humor british

Reconozco  que cualquier libro que publique la Editorial Impedimenta va a tener muchas posibilidades para que caiga en mis manos y sea devorado con una cierta emoción sobre lo que me espera a lo largo de esas hojas. No sé si os ocurre con alguna otra editorial (a mi con alguna otra también, algún otro día comentaré), lo que es, a mí Impedimenta me tiene embriagado con su buen hacer, con las obras y escritores elegidos, con sus traducciones de una calidad impresionante, con sus maravillosas portadas y con el gusto de sus ediciones.

El caso es que estando un día en mi librería favorita, esa que todas y todos tenemos y a la que en mi caso voy a perderme como si estuviese en casa rodeado de escritores, empecé a hojear algunas de las novedades e irremediablemente mis ojos se posaron en diferentes portadas de libros editados por Impedimenta fijándome en el título de uno especialmente: Caída y auge de Reginald Perrin.

El autor de esta novela desternillante es David Nobbs, del condado de Kent, estudiante de Lenguas Clásicas en Cambridge, reportero en un pequeño periódico de Sheffield y según sus propias palabras, lo que indica que es capaz de reírse hasta de sí mismo, el periodista más pésimo de la historia de Inglaterra. Entre pinta y pinta de cerveza se dedicaba a escribir obras de teatro impublicables. Posteriormente empezó a colaborar como guionista en varios programas humorísticos de la BBC gracias a una vis cómica a prueba de bombas con la que estaba dotado. El éxito le llegó, precisamente, con esta maravilla de novela que comento en la entrada. Una novela que tuvo dos secuelas inmediatas, creó escuela entre los autores británicos y cuyo personaje fue rescatado en 1995. El señor Nobbs se dedica actualmente a descubrir pubs rurales (¡qué suerte!) y a ejercer de hincha acérrimo, esto es, de hooligan, del Hereford United.

Vayamos con la novela. Reginald Perrin es un hombre gris, de esos señores grises de traje gris, paraguas negro, corbata gris y cara gris. De esos que todas las mañanas repiten la misma escena, con sus mujeres poniéndoles unos huevos y café para desayunar, sus mujeres llevándoles el paraguas y el maletín hasta la puerta, con sus mujeres limpiándoles la hombrera de migas o pelusilla. Perrin es de esos hombres grises que hacen todos los días el mismo trayecto, a la misma hora, para llegar a coger el mismo tren que llega siempre 11 minutos tarde. Es de esos hombres grises que todas las mañanas hace el crucigrama del periódico ( o por lo menos lo intenta), empieza su jornada redactando cartas sin sentido a su secretaria, aguanta diariamente las reuniones con su jefe, come todos los días en el mismo restaurante barato de al lado de la oficina y vuelve a casa a la misma hora, en el mismo tren que nuevamente llega siempre y todos los días 11 minutos tarde. Reginald Perrin es de esos hombres grises que incluso mantienen relaciones sexuales con su mujer cuando el calendario así lo señala.

Reginald Perrin es un hombre gris hasta que un día decide dejar de serlo. Y esa es la historia de esta novela. Un libro con el que incluso desperté una noche a toda mi familia por culpa de las carcajadas… Carcajadas que no cesaron ni ante las protestas de quienes acababa de despertar. Desde aquí, publicamente, os pido perdón… Pero por favor, no dejéis de leer esta novela y arriesgaros a que os miren con cara rara durante unos días.

En los años 70 la BBC grabó para una serie la novela, que tuvo su continuidad en otras dos temporadas más. Así empezaba la que está considerada una de las mejores series de comedia de la historia de la televisión británica:

in dulci jubilo

Aunque ayer hablé largo y tendido de villancicos me guarde éste para el día de hoy. En este día de Navidad (mis mejores deseos para todos vosotros y vosotras) me gustaría traer un villancico con una gran tradición musical y popular (principalmente en Gran Bretaña y Alemania) y una melodía bellísima: In dulci jubilo, algo así como en dulce alegría (mis conocimientos de latín son bastante escasos).

En su origen este villancico consistía en un texto en donde el alemán y el latín se van alternando y cuya versión más antigua se debe al místico alemán Heinrich Seuse alrededor del año 1328. Aún y todo este texto fue musicalizado por diferentes autores desde la Edad Media. La letra fue traducida por John Mason Neale a finales del siglo XVIII y una versión inglesa fue  popularizada por el compositor Robert Lucas de Pearsall en 1837.

En cuanto a la música han sido muchos los compositores que han utilizado esta bella melodía para sus propias composiciones. En 1601 Bartolomé Gesio escribió un arreglo moderno de la melodía tradicional. Dieterich Buxtehude compuso una de sus muchas cantatas en 1683 en forma de coral para soprano, contralto y contrabajo acompañado por dos violines y bajo continuo (BuxWV 52) y como un preludio coral para órgano (BuxWV 197) en 1690. Johann Sebastian Bach utilizó esta melodía en varias ocasiones: la coral BWV 368, la composición para órgano BWV 608, como un doble canon en su Orgelbüchlein (trabajos para órgano) y las BWV 729 y BWV 751 como preludios corales. Los expertos coinciden, sin embargo, que BWV 751 es demasiado simple y natural para ser obra de Bach. BWV 729 es tradicionalmente la primera pieza de órgano al final del Festival Nine Lessons and Carols del Kings College, de Cambridge que realizan en Navidad. Esta obra fue introducida por primera vez en el servicio en 1938 por el organista Douglas Guest. También Franz Liszt incluye el villancico en su suite para piano Weihnachtsbaum en el movimiento titulado Morir Hirten an der Krippe y Norman Dello Joio utiliza el tema como base de sus Variants on a Medieval Tune, para conjunto de viento.

Finalmente esta canción, este villancico, fue versionado por Mike Olfield en su trabajo On Horseback, de 1975. Una primera versión ya había aparecido en su álbum Don Alfonso de ese mismo año. Ha aparecido en diferentes álbumes del músico inglés. La versión más conocida es la que van incluyendo y apareciendo instrumentos conforme avanza y se repite la melodía.

El villancico es conocido en Gran Bretaña e Irlanda con el título Good Christian Men Rejoice.

Os dejo con el video de la interpretación de esta canción por The Choir of King’s College, de Cambridge. Que paséis un buen día.

Y aquí tenéis la versión instrumental de Mikel Olfield:

mis favoritos y favoritas

Estas fechas navideñas si algo tienen es su íntima relación con la música. Música para celebrar, música para sentir, música alegre, música para soñar, nanas, villancicos, zambombas, panderetas, campanillas, canciones de otros siglos, música de anuncios, versiones mil… No. No soy navideño. O no por lo menos el típico navideño. Me quedo con la parte de encuentro, de buenos deseos (que espero que sean verdaderos), de celebración familiar, de reencuentro con amistades, de tradiciones, de tranquilidad, de calor hogareño. Y me quedo con la música de navidad. Con la que me gusta, claro está. Y quiero compartirla con vosotros. Son villancicos y canciones navideñas que me gustan por una u otra causa. Por su interpretación, por su versión, por su melodía, por su letra. A ver si os gustan también a vosotros.

La primera canción que me viene a la memoria cuando pienso en las navidades es Adeste Fideles. La versión más popular de este villancico que empezó a sonar en la misión portuguesa de Londres es la de John Reading, quien fuera organista de la catedral de Winchester en el siglo XVIII. Es una auténtica delicia escuchar al King´s College de Cambridge entonar este himno de alabanza en su versión inglesa, O Come, All Ye Faithful, con arreglos del director y organista Stephen Cleobury.

La siguiente canción es curiosa. Me encanta. La descubrí en el disco de The Chieftains Bells of the Dublin, un trabajo en el que recorrían la música típica de la capital irlandesa durante esta época del año. Este villancico es original del cantautor norteamericano Jackson Browne y lo hizo expresamente para el disco antes referido de 1991 y después él mismo lo incluyó en su primer trabajo recopilatorio, de 1997, llamado The Next Voice You Hear: The Best of Jackson Browne. La letra, que es por lo que traigo este villancico (la música también me parece preciosa) es diferente. Habla de las luces y las calles llenas de gente en navidad porque están dando gracias por el nacimiento de Jesús el rebelde. Dice que le llaman Príncipe de la Paz y Salvador pero quienes así le llaman han convertido sus templos de oro en guaridas de ladrones y son palabras de ese Jesús rebelde. Habla de las armas con que protegemos nuestro mundo y que una vez al año nos deseamos paz y nos acordamos de los pobres, cuando ellos están recibiendo al mismo Jesús rebelde. Finalmente pide perdón por las molestias que haya podido ocasionar lo dicho y desea alegría ofrecida desde un pagano por el nacimiento de Jesús el rebelde. Os dejo con este villancico sincero y lleno de amor. Por cierto el mismo termina con Skyline Jig, para alegrar el corazón.

El siguiente villancico es quizás uno de los más versionados por cantantes y artistas. Se trata de O Holy Night, literalmente Oh Santa Noche, que fue compuesto por Adolphe Adam en 1847 bajo el nombre de Cantique de Noël. Su delicadeza a la que hace referencia en su titulo, cómo expresar una noche tan especial, tan llena de paz y amor… es un villancico con una melodía exquisita que mece al niño recién nacido. Ya os he dicho que hay miles de versiones pero como hay que elegir una he elegido una versión soul histórica. Se trata de Aretha Franklin y Bill Preston. El video no es de muy buena calidad pero merece la pena escucharlo:

La siguiente canción no es un villancico propiamente dicho, es una nana, una canción de cuna. Se titula Haurtxo polita (niñito bonito, literalmente) aunque otras veces se puede encontrar con el título Haurtxo seaskan (El niñito en la cuna) y el autor es el compositor vasco G. Olaizola. Esta es una canción que nos cantaba de pequeños mi abuela Pilar, que era de Pamplona (de toda la vida, como ella decía) y que en Nochebuena formaba parte del repertorio de canciones sí o sí. Tiene una melodía tremendamente dulce y la letra hace referencia a una abuela que trata de dormir a su nieto (o nieta) llamándole potxolo (esta palabra tiene una difícil traducción ya que es complicado encontrar la palabra que encierre todo el significado de la misma y podría traducirse como lindo, ricura, pero dicho con mucho cariño). Aquí os dejo un video de Ainhoa Arteta junto con el Orfeón Donostiarra grabado en el centenario del propio Orfeón, en 1997. Una maravilla:

Vuelvo a otro villancico inglés, el clásico Hark the Herald Angels de cuya primera vez se tiene noticia en 1739 y cuyo autor fue Charles Wesley. Cien años después Mendelssohn utilizó esta melodía para la composición de una cantata que a su vez fue utilizada por el músico inglés William H. Cummings para adaptarle de nuevo la letra original. Esta letra hace referencia al anuncio del nacimiento de Jesús. El video que vais a ver es una gozada ya que se trata de nuevo de uno de esos coros ingleses de niños, quizás no tan conocido como el King´s College de Cambridge pero igualmente bueno. Es el St. Paul´s Cathedral Choir, de Londres.

Termino con otro villancico clásico, el titulado Joy to the World (Alegría para el mundo) que apareció por primera vez en 1719 y cuya letra es de Isaac Watts y el autor de la música es desconocido (parte podría ser de Handel, aunque no completamente). Lowell Mason a partir de la partitura antigua hizo un arreglo y adaptación resultando la melodía que hoy es conocida en medio mundo. La letra se refiere al triunfo de Dios en la Tierra por el nacimiento de su hijo. Es, por lo tanto, un himno triunfal. No tiene nada de recogimiento, pero es bellísimo. En un principio iba a poner un vídeo mucho más clásico pero resulta que me he encontrado con este otro, que quizás no tenga la calidad musical del otro (no, no la tiene) pero me ha parecido tan divertido que no me he podido resistir. ¿Finales de los 60 o ya estamos en la década de los 70? ¿Qué opináis? ¡¡¡Alegría!!!

Espero que hayáis disfrutado tanto como yo le he hecho preparando este post. ¡Tengo la garganta seca, porque no he dejado de cantar!

Os deseo que paséis una buena noche, en compañía de los vuestros y si los vuestros no están o no los tenéis cerca recordad que en estas historias estamos un montón de gente, que no nos conocemos, pero estamos. Paz en vuestros corazones.

el arte de gombrich

Sir Ernst Hans Josef Gombrich (con este nombre forzosamente tenía que ser Sir) fue un historiador de arte austríaco que vivió gran parte de su vida en Gran Bretaña. Su familia acomodada (judía) se convirtió al protestantismo místico aunque su padre, abogado de importancia, era un agnóstico convencido, como gran parte de los intelectuales del momento. Con su familia, el pequeño Ernst, visitaba a menudo el Museo de Arte de Viena y empezó a leer enciclopedias sobre arte. Estudió Historia del Arte en la Universidad de Viena y con la llegada al poder de los nazis, en 1936 se trasladó a Gran Bretaña, donde trabajó como asistente de investigación en el Warburg Institute, centro asociado a la Universidad de London, convirtiéndose en el director del mismo desde 1959 hasta 1976. Durante la Segunda Guerra Mundial, al trasladarse el centro al campo, Gombrich colaboró como radioescucha de emisoras alemanas para la BBC, traduciendo las conversaciones al inglés. Fue también profesor de bellas artes para la Universidades de Oxford, Cambridge y Harvard. En 1972 fue nombrado sir, y en 1988 le fue concedida la Orden del Mérito del Reino Unido. En 1994 se le otorgó la medalla de oro de la ciudad de Viena.

Su Historia del Arte, publicada por primera vez en 1950, fue ampliamente difundida ya que es un texto de divulgación y no una «Historia del Arte» en el sentido estricto. Originalmente dirigida a lectores jóvenes, se han vendido millones de ejemplares y ha sido traducida a más de 20 idiomas. Otras publicaciones importantes son Arte e ilusión (1960), considerada por los críticos como su trabajo más influyente y de mayor envergadura, y los artículos recopilados en Meditaciones sobre un caballo de juguete (1963), El sentido del orden (1979), y La imagen y el ojo (1981).

Yo conocí este libro hace muchos, bastantes años, cuando tenía como asignatura Historia del Arte. El profesor nos dijo que si queríamos aprender de verdad algo más que lo que ponía en el libro de texto obligatorio que teníamos, comprásemos o leyésemos la obra de Gombrich. Y no le faltaba razón. Es una obra que más allá de ir repasando cronológicamente las diferentes épocas y estilos del arte en cualquiera de sus facetas nos ayuda a comprender el por qué de ese arte, en esa época, como debemos situarnos hoy en día, que nos querían decir, qué nos dicen y sobre todo como lo podemos interpretar nosotros mismos. De vez en cuando suelo coger el libro (Editorial Debate) y leo unas cuantas páginas. Incluso tuve una temporada que lo tenía como libro de cabecera. Un libro para la consulta, para disfrutar en su lectura y para seguir descubriendo. Y no, no es un diccionario ni nada parecido. Es algo más hermoso que todo eso.

Por cierto la edición de Debate es un lujo, con unas fotografías de gran tamaño (incluso desplegables) y un cuidado exquisito en todos los detalles.