london river

Mientras la tarde dominical va desgranando sus minutos alrededor del circo futbolístico y sabiéndome engañado en la promesa de un apacible y soleado domingo abofeteado por el otoño de la ciudad decido refugiarme otra vez en Filmin para disfrutar de una película de calidad y sin cortes cada dos por tres. El catálogo de Filmin se ha ido ampliando cada vez más y son cada vez más las películas y series de muy buena calidad que podemos encontrarnos en el portal cinematográfico. Tras unos minutos de incertidumbre me decido por una película en torno a Londres, cómo no, pero en torno a uno de los sucesos que más han marcado su aspecto doloroso y trágico: los atentados del 7 de julio de 2005.

London River, nos presenta a una señora viuda que vive en un pueblo de una isla del Canal de la Mancha, cristiana, granjera y con una hija estudiando en la capital británica. Elizabeth. Por otro lado nos encontramos a Ousmane, africano que vive en Francia trabajando de guardabosques, musulmán y con un hijo estudiando en Londres. Las trágicas explosiones de aquel 7 de julio van a hacer que se encuentren estas dos personas que, en principio tan poco tienen que ver entre sí. ¿O sí?

Esta película cruda, sin música de fondo, sin esa banda sonora que suavice la vida, dirigida en 2010 por el cineasta franco-argelino Rachid Bouchareb, nos traslada una reflexión que en esta vida deberíamos hacer más a menudo. ¿Qué hay realmente de cierto en las diferencias culturales y sociales que los medios y la propia sociedad se empeñan en remarcar frente a los nexos en común que podemos tener? ¿Por qué en la búsqueda de unos hijos por parte de una madre y un padre nos agarramos a las diferencias y a los prejuicios en torno al origen, el color o las religiones en vez de observar inmediatamente las similitudes e igualdades de sus vidas, sentimientos y experiencias? La cinta, sin ahondar en demasía en la historia de aquéllos atentados, nos transporta a un abanico de sentimientos en común de dos personas que se ven atrapadas en un mismo hecho, la búsqueda de sus dos hijos, la posibilidad de que se hayan visto envueltos en los atentados de una u otra manera, la comunicación madre-hija y padre-hijo… Prejuicios, racismo, diferencias, pensamiento único frente a comprensión en la diferencia, una situación idéntica, igualdades y diferentes formas de pensar sin que eso suponga pensamientos encontrados. Dos seres de planetas distantes unidos por el dolor y la búsqueda obstinada de un hijo ausente que se aportan calor mutuamente econtrando paz en la mirada del otro.

El actor que encarna a Ousmane es Sotigui Kouyate, sorprendente y Brenda Blethyn da vida a Elizabeth, una actriz extraordinaria, de esas que habría que escribir en letras mayúsculas pues mayúsculo es su arte e interpretación. Si tenéis oportunidad no dejéis de verla. Merece la pena y mucho.

abide with me

La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 fue una de las más impactantes que hayamos visto jamás y sin duda alguna la demostración de cómo vender al mundo la imagen y la cultura de un país. Música, cine, teatro, Dickens, Shakespeare, historia, la participación de las más altas instancias y los personajes más emblemáticos de la actualidad british… Entre los muchos y magníficos momentos que nos dejó la ceremonia me quedo con uno que me pareció extraordinario por su puesta en escena, su música y su interpretación. Los latidos de un corazón, el corazón universal, dieron paso a una maravillosa Emeli Sande regalando a nuestros oídos una desnuda interpretación del himno Abide With Me.

Abide With Me es uno de esos himnos anglosajones que lo mismo se canta en iglesias que en acontecimientos deportivos. No es un himno que invoca grandezas, ni es tampoco de agradecimiento, ni es uno de esos himnos que destilan alabanzas, es un himno humilde, de esos que dicen «mira aquí estoy, soy poca cosa, pero pongo mi confianza en tus manos». Literalmente «Soporta la carga conmigo». Más allá del significado religioso de la letra, escrita por el ministro angligano Francis Henry Lyte poco antes de morir en 1847, es un himno que se canta en funerales, en encuentros deportivos y que en los últimos tiempos se le ha dado un significado de unión y respeto en la diversidad ya que ha sido apropiado por las diferentes principales religiones monoteístas. Se invoca a la victoria del bien sobre el mal y al concepto de paz universal. Era uno de los himnos favoritos de Mahatma Gandhi y fue cantado en los momentos finales del Titanic (o por lo menos eso dicen).

Todo buen himno basa su reconocimiento principalmente a la música y en este caso la melodía de este himno, de una belleza pura, es obra del compositor William H. Monk, organista inglés del siglo XIX.

Os dejo con la interpretación de Emeli Sande, en este caso la versión grabada en estudio. Un momento de paz interior que quería compartir con todas vosotras y vosotros.

la investigación

Siguiendo con los títulos tan buenos que componen la base de la editorial Impedimenta leí hace tres semanas un libro que me pareció cuanto menos curioso. Es un libro que trata sobre una investigación policial en torno a unos extraños sucesos que van ocurriendo en Londres y sus alrededores. Su título: La investigación. Su autor: Stanislaw Lem.

El señor Lem fue un escritor polaco cuya obra se caracterizó por su tono satírico y filosófico. Es considerado como uno de los mayores exponentes del género de la ciencia ficción y uno de los pocos escritores que siendo de habla no inglesa alcanzó fama mundial en el género. Sus libros exploran temas filosóficos que involucran especulaciones sobre nuevas tecnologías, la naturaleza de la inteligencia, las posibilidades de comunicación y comprensión entre seres racionales; asimismo propone algunos elementos de las limitaciones del conocimiento humano y del lugar de la humanidad en el universo. Su encasillamiento como escritor de ciencia ficción se debe a que ocasionalmente, a lo largo de su carrera como escritor, prefirió presentar sus trabajos como obras de ficción o fantasía, para evitar los atavíos del rigor en el estilo académico de escritura y las limitaciones del número total de lectores al que llegarían sus libros si fueran textos «científicos».

En el caso de La investigación es un libro claramente de misterio y de intriga policial que se centra en las inverosímiles acciones de cuerpos de personas recién fallecidas. Gregory, un joven teniente de Scotland Yard, recibe el encargo de investigar una serie de extraños sucesos que tienen intrigada a la policía. De diversos puntos de la zona metropolitana de Londres llegan informes sobre cadáveres aparentemente resucitados que empiezan a levantarse y caminar, a vestirse y recorrer largas distancias antes de desaparecer sin dejar rastro. Nadie encuentra una explicación racional para lo sucedido, y lo que comienza siendo una anécdota intrascendente acabará convirtiéndose en una auténtica plaga. ¿Se trata realmente de muertos que vuelven a la vida? ¿Estamos ante un caso de ladrones de cuerpos? Pronto se hará evidente que el principal misterio no radica únicamente en la investigación en sí, sino en los efectos que los sucesos tienen sobre el propio lector.

Mi valoración es contradictoria, porque si bien es un libro que me gustó en el momento de la lectura, con una construcción argumental bastante sólida, me decepcionó al final. Me decepcionó porque al principio me enganchó, me metió de lleno en la historia que cuenta e incluso en el desarrollo de la novela siguió creciendo la curiosidad sobre el desenlace de la misma. Pero llegó el final y en cinco páginas me decepcionó porque esperaba algo más. No sé si hablar de novela fallida o de obra mal terminada o como calificarla porque es una historia bien tejida durante todo su desarrollo que falla rotundamente en su culminación. ¿Puede esto ser el punto decisivo para calificarla de obra fallida o mala o que no me haya gustado cuando el resto me parece bueno e incluso en algunos momentos muy bueno?

Nunca me había sucedido hasta ahora, leer un libro que me está gustando desde el principio, por los personajes, por la historia, por cómo está escrito… y que en sus últimas cinco páginas la cague (y perdonad la expresión, pero creo que es la que mejor se le acomoda). ¿Habéis leído esta novela alguien? ¿Qué os pareció? ¿Tenéis la misma sensación o por el contrario os parece buena en su final o mala desde el principio? ¿Os ha sucedido con alguna otra novela, obra o libro lo mismo que a mi con ésta?

¡indignaos!

Me mandaron hace poco un enlace con un pdf para leer un pequeño artículo, un discurso escrito por Stéphane Hessel, un nonagenario de 93 años, que fuera miembro de la Resistencia francesa y uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Lo leí, lo releí, lo envié a todas las personas conocidas, a la familia, a amigos y lo compré, porque es uno de esos libros que hay que tener en casa, que hay que leer de vez en cuando, que hay que dejarlo cerca de la cama, para empaparte de su contenido cada cierto tiempo, o todas las noches un poco.

Me ha dado mucho en qué pensar, me está dando mucho en qué pensar. ¿Por qué una persona de 93 años, cuando puede vivir tranquilamente, sin mayores preocupaciones que ese seguir viviendo, piensa, escribe y extiende un mensaje político? Un mensaje político que bien podría estar escrito por una persona joven, porque la frescura que emana de él, la rebeldía que transcurre a través de sus páginas, son la propias, o deberían ser las propias de una persona joven. Afortunadamente Hessel nos demuestra que se puede seguir siendo rebelde sin ser joven, manteniendo la convicciones que ha llevado durante toda su vida. ¿De qué se nos habla en este librito que cuesta 5 euros?

Hessel recuerda el programa político de la Resistencia después de la segunda guerra mundial: un plan completo de Seguridad Social para todos los ciudadanos, una pensión digna y la nacionalización de los recursos energéticos y la banca. Lucharon por la instauración de una verdadera democracia económica y social, que expulse a los grandes feudalismos económicos y financieros de la dirección de la economía. En esa lucha también se reivindicó una prensa independiente, la Resistencia defendía la libertad de prensa, su honor y su independencia del estado, de los poderes del dinero y de las influencias extranjeras. Y, por supuesto, también defendieron el derecho de todos a la educación: la posibilidad efectiva para todos los niños franceses de beneficiarse de la mejor instrucción posible. Todas esas reivindicaciones se producían cuando todavía no había terminado la gran guerra, cuando parte de Francia estaba ocupada por los nazis, cuando millones de cadáveres no habían sido enterrados. En ese contexto de destrucción y muerte hubo jóvenes que fueron capaces de luchar por cambiar todo lo que estaba pasando, de arriesgarlo todo, es decir nada, para construir el futuro. En su texto Hessel reivindica a Jean Paul Sartre, aunque se desmarca de su apoyo a los movimientos armados, el autor de Indignaos recuerda las palabras del filósofo francés en las que defendía la necesidad de no perder la esperanza. La esperanza ha sido siempre una de las fuerzas dominantes de las revoluciones y las insurrecciones. Hessel cuenta su viaje a Gaza y Cisjordania en 2009, después de la operación Plomo que provocó 1400 muertos palestinos (muchos de ellos población civil desarmada que vive en campos de refugiados) frente a los 50 heridos israelíes. Ni la ONU ni la OTAN reaccionaron con la contundencia que hoy tienen con Libia. El autor de Indignaos pone este ejemplo reciente para recordar la gran hipocresía de los grandes estados a la hora de defender o ignorar la Declaración Universal de los Derechos Humanos que redactó el propio Hessel junto a otros activistas y políticos.

No es un gran discurso político, es más, de tan obvio que es no debería ser un texto con tanto éxito. Pero resulta que en esta sociedad de la brevedad, de los 140 caracteres del Twitter, en esta sociedad en donde somos cada día más, si es que esto es posible, individualistas, una reflexión tan breve como 30 páginas (12 en pdf) puede llegar más que una gran obra filosofo-política que solo sea leída por doctos en la materia. Porque, asquerosamente, hemos convertido, estamos convirtiendo esta sociedad en un lugar donde vivir al máximo sin tener en cuenta las consecuencias. Una sociedad en donde la Naturaleza ha pasado a ser un incordio en vez de ser quien guíe nuestras actuaciones, una sociedad en donde las diferencias entre pobres y ricos (y aquí podéis meter todas las posibilidades existentes, desde las diferencias Norte-Sur hasta las diferencias que tenemos con gente más cercana que cobra un subsidio de 425 euros para mantener a su familia o ni siquiera eso), una sociedad en donde la falsedad campa a sus hanchas en detrimento de la autenticidad.

Leedlo, no cuesta nada y seguro que lo volveréis a leer. Cada cual sacaremos nuestras propias conclusiones, unas más profundas, otras menos, pero por lo menos dejaremos de ser, aunque sea durante unos minutos, parte de una sociedad aborregada, incapaz de pensar en algo más aparte de en uno mismo. Dejaremos de ser un individuo solitario para ser individuos de parte de un proyecto común. ¡Indignaos! Aunque sea un poco…

Os dejo el enlace con el pdf para que lo podáis leer. Os dejo el enlace con la página que han hecho del libro para que lo podáis comprar.

Por cierto el prólogo es de otro nonagenario, José Luis San Pedro, indignado igualmente.

 

literatura con baraka

La semana pasada descubrí un autor y una literatura que me llegaron directamente al alma. Un libro con una baraka que estoy seguro una parte de ella llega a todo el que lee la obra, una obra autobiográfica del escritor Abdelá Taia. Mi Marruecos. ¿Y qué es la baraka? Abdelá Taia tiene la baraka. Se dice de alguien que tiene la baraka cuando está «habitado», cuando posee la fuerza, la energía. Y la transmite. Porque la baraka se siente, se toca, pero sobre todo se pasa, de uno a otro, «se da». Una baraka que, de una u otra manera, está presente a los largo de los 25 capítulos que componen la que fue la primera obra de este joven autor magrebí.

Abdelá Taia nació en la localidad de Salé, en Marruecos, en 1973. De procedencia humilde, tras los estudios primarios se trasladó a Rabat su universidad para estudiar literatura francesa, lo que le valió una beca para estudiar en Ginebra que al final se convirtió en la una parada hacia la Sorbona de Paris. En Paris es en donde vive desde finales de los 90, en el barrio de Belleville, esa antigua comuna independiente que se ha convertido en el barrio multicultural por excelencia de la capital francesa y que compite con Montmartre en ser el punto más alto de Paris. Estudiando en la antiquísima universidad empezó a escribir un diario para empaparse de la «lengua de los ganadores», como llamaban en su pueblo al idioma francés, para ir avanzando en esa lengua lo que le hizo ser un auténtico conocedor del correcto uso de esa lengua que hizo propia y cuya peculiaridad particular son las palabras árabes que de vez en cuando saltean la narración como si se tratasen de flores en un oasis.

He leído en diferentes críticas y artículos sobre Taia que es parte de una literatura homosexual, porque él es gay y porque hace de esa condición, esa parte de su todo, su distinción en la escritura, en la forma de expresarse y en las historias que nos cuenta, sus propias historias, su historia. En fin, si la literatura homosexual es contar una historia en la que los protagonistas son gays, o sobre vivencias homosexuales entonces seguramente la literatura de Taia será gay, porque él es abiertamente gay, porque las vivencias que nos cuenta tienen un componente homosexual, porque son sus vivencias. Pero me niego a catalogar la literatura de Taia con un adjetivo excluyente. Porque creo, en todo caso, que ese adjetivo es incluyente aquí. Porque sí, es una literatura homosexual, además de intimista, mágica, sincera, sensual, inocente, sentimental, rompedora…

Mi Marruecos está escrito en 25 capítulos de los cuales los 19 primeros nos cuentan en pasado y primera persona la vida del pequeño, del adolescente y del joven Abdalá en Marruecos hasta el día en que corta el cordón umbilical y se va a Europa. Los 6 últimos nos cuentan Marruecos visto desde Europa, con esa añoranza propia de los exiliados, aunque estos exiliados necesitasen en su momento abandonar su país. Los capítulos de Marruecos in situ son la traducción de los sentimientos de Abdalá siendo niño y joven, esos sentimientos que pocas veces se pueden decir ni en familia, una familia en donde escuchar «te quiero» en el serial radiofónico era señal de que había que irse a la cama para seguir soñando las historias que escuchaban a través de las ondas. Porque la escritura de Abdalá al principio puede parecer fácil, con expresiones infantiles incluso, frases cortas, pero lo que la hace maravillosa es que está escrita en la lengua de los grandes, una lengua universal, ni francesa, ni árabe, la lengua del corazón. Y esto es lo verdaderamente difícil y lo que hace su escritura tan rompedora: habla de sí mismo diciéndonos, descubriéndonos la verdad. Una escritura que nos da margen a la imaginación, a seguir pensando en las historias que nos cuenta, porque Taia nos deja muchas veces la frase sin terminar, los hechos sin concluir, porque a veces las palabras no dichas nos descubren más que las escritas y esa es otra de las cosas que me han gustado del marroquí. Hay que rellenar los interlineados, deducir, entre palabra y palabra, otra, la que falta. Y esto es un placer: la impotencia convertida en fuerza, en goce, gracias al arte de escribir de Abdelá Taia.

Un libro, de verdad, para leer con sentimiento, para empaparte de él, para soñar las historias contadas e inacabadas, para imbuirte de ese arte callado construído sobre todo a partir de silencios, para sentir Mi Marruecos, para dejarte tocar por la baraka de Abdelá Taia.

Me transmitía su baraka y la baraka de sus padres y la de sus abuelos.

Me quería.

Cuando el tren arrancó, nos dijimos adiós con la mano durante mucho tiempo; intentó correr, alcanzarme…

En ese momento me eché a llorar en medio de un compartimento lleno de viajeros repentinamente callados, sollozaba como un bebé. Todos me miraban. Yo me veía irme…

A todo esto, la edición de esta obra en castellano es de la editorial Cabaret Voltaire, otro descubrimiento y otra gozada de cuidada edición.

humor rural e inglés

La pasada semana estuve leyendo tranquilamente una novela que la fantástica editorial Impedimenta publicó el año pasado. La hija de Robert Poste, de Stella Gibbons, con traducción de José C. Vales. Esta novela fue la ganadora del Premio Femina-Vie Heureuse en 1933 y está considerada la novela cómica inglesa más perfecta del siglo XX. Vayamos por partes.

Stella Gibbons nació en Londres en 1902. Fue la mayor de tres hermanos. Sus padres, ejemplo de la clase media inglesa suburbana, le dieron una educación típicamente femenina. Su padre, un individuo bastante singular, ejercía como médico en los barrios periféricos más pobres de Londres, aunque tenía tendencias suicidas, le encantaba el alcohol y el láudano, y era dado a los ataques de odio hacia el género femenino en general. Esta turbulenta infancia marcó a Stella Gibbons, que utilizó parte de ese material para crear a los grotescos Starkadder, protagonistas de su obra maestra, La hija de Robert Poste. En 1921, Stella se matriculó en periodismo, y luego empezó a trabajar en la British United Press. En 1926, Maudie, la madre de Stella, murió, y su padre la siguió pocos meses después. En 1930, mientras trabajaba en el Evening Standard, publicó un libro de poemas, The Mountain Beast, que recibió elogios de la mismísima Virginia Woolf. La hija de Robert Poste fue publicada en 1932 y su éxito fue instantáneo (aunque fuera prohibida en la recién nacida República de Irlanda por su velada defensa de la contracepción). En 1934 la novela fue galardonada con el Prix Femina-Vie Heureuse. De hecho, Gibbons es conocida casi exclusivamente por esta obra, que conoció varias secuelas y adaptaciones cinematográficas, y que está considerada la novela cómica más perfecta de la narrativa inglesa del XX. Stella Gibbons es autora de veinticinco novelas, entre las que destacan Basset (1933), Enbury Heath (1935), Nightingale Wood (1938) o Here Be Dragons (1956), amén de tres volúmenes de relatos y cuatro libros de poesía, la mayoría de ellos muy vendidos y celebrados en el mundo anglosajón. Estuvo casada durante más de veinticinco años con el actor y cantante Allan Webb, que murió en 1959. Dejó de publicar en 1972, aunque escribió dos novelas que fueron publicadas a su muerte, hecho que aconteció en 1989 en Londres. Está enterrada en el cementerio de Highgate.

En cuanto a la novela nos narra la historia de Flora Poste, una joven que, tras haber recibido una educación «cara, deportiva y larga», se queda huérfana y acaba siendo acogida por sus parientes, los rústicos y asilvestrados Starkadder, en la bucólica granja de Cold Comfort Farm (título original de la obra), en plena Inglaterra profunda. Una vez allí, Flora tendrá ocasión de intimar con toda una galería de extraños y taciturnos personajes: Amos, llamado por Dios; Seth, dominado por el despertar de su prominente sexualidad; Meriam, la chica que se queda preñada cada año «cuando florece la parravirgen»; o la tía Ada Doom, la solitaria matriarca, ya entrada en años, que en una ocasión «vio algo sucio en la leñera». Flora, entonces, decide poner orden en la vida de Cold Comfort Farm, y allí empezará su «aventura».

Todos los personajes son caricaturas de grupos de personas británicas de la época desde la protagonista Flora, típica niña bien que se quiere comer el mundo y arreglar la vida de los demás, pasando por el predicador, el escritor, la criada a jornal, la matriarca, etc. La burla continúa con los pasajes almibarados y churriguerescos que adoban el texto de vez en cuando, los cuales hábilmente señalados con tres asteriscos nos hacen reír pero que de perversos no son casi exagerados. Las frases hechas y repetitivas desde el “vi algo sucio en la leñera” hasta el “siempre ha habido Starkadder en Cold Comfort” resaltan los aspectos absurdos de esa sabiduría popular al igual que los libros de autoayuda inventados sirven para que la protagonista avíe el entuerto. Los nombres también son jocosos, todos implican burla en el original y retratan a los personajes y los lugares donde más les duele. Desde la señora escarabajo hasta la familia víbora.

El que sea una novela tremendamente divertida y la novela cómica inglesa más desternillante del siglo XX pues que os voy a decir. He leído cosas más divertidas. Cuando al principio de la entrada he puesto el nombre del traductor no ha sido gratuito. Creo, sin temor a equivocarme, que esta novela será tremendamente más divertida en su original inglés y desternillante si quien lo lee pertenece al medio rural inglés (y si me apuras galés). El hecho es que Gibbons utilizó un vocabulario muy específico lleno de recursos literarios y lingüísticos que más a mano tenía (dudo que la mayoría de los ingleses de hoy en día pillen todas las notas humorísticas que tiene el libro). Esos recursos son un verdadero contratiempo a la hora de verterlos a otra lengua, precisamente porque el buen humor se halla en ocasiones en matices cuya traducción no siempre es posible. Es una novela escrita a comienzos de los años treinta, con un lenguaje muy concreto y haciendo referencia a un montón de aspectos sociales y culturales que nosotros no logramos comprender. De todos modos la traducción y las notas a pie de página (inevitables en este caso) de José C. Vales son una maravilla y dentro de la dificultad señalada creo que ha hecho un trabajo impecable de una dificilísima traducción.

Yo puedo decir que he disfrutado con la novela y conforme transcurría la historia cada vez más, ya que el propio desarrollo de los acontecimientos que ocurren en la granja Cold Conform de los Starkadder hacen que sonrías a cada página que pasas. Me queda la pena de haberme perdido un montón de matices que seguramente están en la versión original. Nuevamente la edición de Impedimenta es una gozada aunque en esta ocasión hubo un momento en que me despisté ya que alguna fecha de la historia está mal transcrita.

Si la veis en la librería, en la biblioteca, la tiene algún amigo o amiga, vuestra tía o la vecina, no lo dudéis. Cogedlo, compradlo, tomadlo prestado y disfrutar de su lectura. Si tenéis el amplio conocimiento de inglés necesario para leer esta novela en su versión original, leedla… y me contáis.

La novela ha sido adaptada por la BBC en dos ocasiones, siendo la primera en 1968 en forma de miniserie de tres capítulos y la segunda en una película para la televisión en 1995. Os dejo con el trailer de esa segunda versión (que tendré que ver sí o sí):

un peligro llamado librería

Después de varios meses pude por fin leer La librería, de Penelope Fitzgerald, una novela corta de esas que disfrutas leyendo en cada página y conforme vas pasando las hojas más pena te da porque se va a acabar. El libro lo leí recomendado por El blog de la hierbaroja y desde un principio me dije que tenía que leerlo. Le agradezco totalmente ese post que publicó a finales de noviembre.

Antes de comentar el libro quisiera hacer una referencia a la edición realizada por la Editorial Impedimenta. Al igual que todas sus publicaciones, ésta se caracteriza por el cuidado y esmero con que está realizada. Una portada agradable, de un papel con una textura rugosa, de esas que te hacen pensar que están hechas con cariño (aunque en realidad haya sido una máquina la que fabrique ese papel), con una escueta, pero práctica biografía de la autora en las solapas interiores, con un papel de hojas grueso y que da gusto tocar y sin, y esto es lo mejor, ningún tipo de fallo ortográfico, etc (o por lo menos yo no lo he visto). En fin, que dan ganas de leer los libros de esta editorial solo por el gusto que tienen a la hora de editarlos y si encima vemos su catálogo esas ganas se pueden convertir en necesidad!

Vamos a ello. En la trasera de la edición se dice que la novela es una delicada aventura tragicómica. Delicada lo es, con esos detalles de la novela inglesa que desde Jane Austen hasta Evelyn Waugh han hecho de este género una auténtica delicia para los lectores de todo el mundo. Aventura también, no aventura de espadas y duelos, aunque las batallas muchas veces se presentan en forma de hipócritas usos sociales y crueles protocolos. Tragicómica también, ya que en muchas de sus páginas no he podido evitar reírme imaginando la escena que se contaba todo ello en un ambiente de tragedia, tragedia que ocasiona la presión social a la que se ve sometida la protagonista a la hora de montar un terrible y peligrosísimo negocio llamado librería.

Florence Green es una mujer que vive en un pequeño pueblo costero del Este de Inglaterra que en 1959 todavía vive en una realidad un tanto apartada y que se caracteriza por «lo que no tiene». Así que la buena de Florence decide abrir una librería que será la primera del pueblo. Los problemas empiezan en el mismo banco a la hora de pedir un crédito para llevar a cabo la apertura del negocio, continúa con la compra de un antiguo edificio en bastante mal estado, que incluso tiene un poltergeist y se desencadena con la apertura de una biblioteca en la propia librería. Las fuerzas sociales del pueblo empiezan a moverse con discreción pero con determinación para intentar que la mujer cambie de opinión. ¿Por qué esta oposición a una librería en el pueblo? Esta es la pregunta que nos iremos haciendo mientras leemos la novela. Leyéndola empecé a pensar y reflexionar sobre el poder que podía tener una librería en un pequeño pueblo en aquellos años. Y es evidente, o por lo menos para mi lo es. Una librería da la posibilidad de leer (obvio), de imaginar y de abrir las mentes a algo más que tu propio ombligo (sea este ombligo tu persona, tu entorno o tu ambiente). Leer hace que las personas pensemos y pensar, como bien es sabido, es algo que al poder nunca le ha gustado que hiciéramos el común de los mortales y cuando digo poder no me estoy refiriendo a un poder administrativo exclusivamente ya que poder puede ser entendido como las normas sociales de un lugar, la propia actividad económica de un lugar, los órdenes morales y éticos que alguien ha pensado para ese lugar o el orden social existente en una comunidad. Y recordaba lo que solía contestarnos un profesor que teníamos y que yo dudaba si no habría nacido en el siglo XIX cuando le preguntábamos algo a lo que no tenía respuesta porque no la conocía o no le interesaba darla para que no pensásemos demasiado. La respuesta era invariablemente la misma. «Esto es así porque siempre ha sido así, y punto». Ese es el gran muro con el que se encuentra la buena de Florence Green.

No sé si habéis leído Las crónicas de Cranford, de Elizabeth Gaskell, pero el ambiente de los dos pueblos y sus costumbres descrito en uno y otro libro tiene bastante similitud. Y eso que uno es del siglo XIX y el otro del XX.

Lo dicho, un libro con el que disfrutaréis, con el que reflexionaréis y con el que agradeceréis vuestra afición a la lectura y todo lo que ello conlleva. ¿Lo habéis leído alguien? ¿Qué os pareció?

desgraciado bufón!

El pasado martes estuve en la representación de Rigoletto, ópera entres actos de Giuseppe Verdi, con libreto de Francesco Maria Piave, basada en la obra de Victor Hugo Le Roi s’amuse y estrenada en el teatro La Fenice de Venecia el 11 de marzo de 1851. Con esta presentación no me negaréis que no es como para profundizar un poco en ella, ¿no?

A primeros de 1850, el teatro La Fenice invitó a Verdi a componer una nueva ópera para ser estrenada allí. Verdi eligió el drama Le roi s’amuse (El rey se divierte) del Víctor Hugo, aún a sabiendas de que esta obra había estado censurada en París, acusándola de manifestar el libertinaje de un rey. Por eso mismo, Verdi aceptó desde un principio modificar los nombres y los lugares siempre que pudiera conservar el núcleo del drama. Tres meses antes del estreno llegó de nuevo la censura que vetó el libreto. El comunicado decía así: «El gobernador militar de Venecia, señor Gorzowski, deplora que el poeta Piave y el célebre músico Verdi no hayan sabido escoger otro campo para hacer brotar sus talentos, que el de la repugnante inmoralidad y obscena trivialidad del argumento del libreto titulado La maledizione. Su Excelencia ha dispuesto pues vetar absolutamente la representación y desea que yo advierta a esta Presidencia de abstenerse de cualquier ulterior insistencia al respecto». El asunto se resolvió gracias a la diplomacia de los administradores del teatro. Se trasladaron a Busseto y allí se pusieron de acuerdo con Verdi y el libretista para que se cambiasen al menos cinco puntos:

  • Trasladar la acción de la Corte de Francia a una Corte menor.
  • Cambiar los nombres de los protagonistas inventados por Víctor Hugo.
  • Cambiar la escena en que el libertino posee una llave para acceder al cuarto de la protagonista por otra distinta que respete la necesaria decencia.
  • La visita del rey (duque finalmente) a la taberna será casual y no dictada por bajos propósitos.

Verdi aceptó estos condicionantes y el contrato se firmó. Las firmas fueron tres: Verdi, Piave y Guglielmo Brenna, secretario de La Fenice. Así fue cómo nació la ópera Rigoletto que hoy se conoce. Verdi se propuso en esta obra conciliar la estructura tradicional del melodrama con la complejidad del protagonista, Rigoletto, y eso no lo pudo cambiar la censura con sus condiciones. El bufón Rigoletto es un personaje verdiano, que se mueve entre el afecto por su hija y el odio por el Duque y los cortesanos. Es exactamente lo que Verdi quería realizar.

El argumento de la ópera es totalmente verdiano, como hemos dicho. El amor, la pasión, el drama, la tragedia, las relaciones y el engaño están presentes en el desarrollo de esta magnífica ópera.

El duque de Mantua y su bufón (Rigoletto) secuestran a la hija del conde de Monterone. La secuestrada decide suicidarse antes de ser sometida a las torturas de ambos personajes, con este antecedente comienza la ópera:

  • Acto I: en el salon del palacio del duque.

El señor de Mantua ante sus invitados se vanagloria de que ha intentado seducir a una muchacha mientras estaba disfrazado. Mientras tanto trata de insinuarse a la condesa de Ceprano en presencia de su marido. Mientras esto ocurre Rigoletto se va burlando de todos los invitados tratando de humillarlos. Al burlarse el bufón del conde de Monterone, éste lo maldice. Marullo comenta a los asistentes de la existencia de una amante secreta de Rigoletto, de esta manera todos tratan de devolver al fufón sus insultos.

En las cercanías de la casa de Rigoletto, el bufón encuentra por la calle a Sparafucile, asesino a sueldo, del que toma su dirección por si lo necesita en un futuro. Rigoletto llega a su casa a ver a Gilda, la hija que mantiene en secreto, a su vez ella le oculta que se ve desde hace tiempo con un joven estudiante, que no es otro que el duque disfrazado. Los cortesanos secuestran a Gilda simulando raptar a la condesa Ceprano, Rigoletto participa en los hechos y sólo se da cuenta del error cuando ya es tarde.

  • Acto II: en el palacio del duque

Rigoletto, desesperado, quiere parar la historia como sea, pero no lo consigue. Decide por fin contar a su hija toda la verdad y quien es en verdad el duque, la muchacha no hace caso al padre al sentirse enamorada de ese personaje. Rigoletto jura venganza.

  • Acto III: a orillas del río Mincio.

Rigoletto se dirige a casa de Sparafucile, de quien contrata sus servicios. El bufón enseña a su hija la verdadera naturaleza del duque al contratar también a la hermana del sicario, una prostituta, con el fin de que la hija vea cual fácil es mantener relaciones con el duque. Rigoletto recomienda a su hija que huya a Verona disfrazada de chico. Gilda, no obstante regresa a ala posada y se entera de los planes de asesinato de su padre. Maddalena, la prostituta queda prendada del duque y suplica a su hermano que perdone su vida, a cambio ha de matar al primer extraño que entre por la puerta. El primero en atravesar la puerta será Gilda, con lo que es herida de muerte. Sparafucile, entrega a Rigoletto un saco en donde cree que se encuentra el duque de Mantua. Éste se dispone a abrirlo cuando ve aparecer al duque vivo. En el saco sólo se encontrará su hija agonizante que morirá en sus brazos. Rigoletto se lamenta de la maldición del conde de Monterone.

¿A qué momentos vocales, a qué números o escenas de Rigoletto se debe prestar una especial atención? En realidad la ópera es tan compacta y goza de tal dosis de perfección que requiere, en primer lugar, una apreciación de su totalidad. Es, sin duda, una de las ópera que hacen justicia a la voz de barítono pues el personaje de Rigoletto es quizás, si no el mejor, uno de los mejores para esta voz. Del primer acto, no obstante, se deben subrayar la balada del Duque Questa o quella y el aria de Gilda  Caro nome. Son dos momentos de definición de los personajes: libertino y mujeriego, el primero; sensible y enamoradiza la segunda.

En el segundo acto un punto de concentración especial se debe reservar para el cantabile Parmi veder le lagrime, del Duque de Mantua, y para la turbulenta aria de Rigoletto  Cortigiani, vil razza dannata, con dos tipos de sentimientos emocionales y de tratamientos orquestales muy diferentes motivados por la figura de Gilda.

En el tercer acto se sitúa el momento más popular de toda la ópera, la canzone para tenor La donna è mobile, que hizo exclamar a Stravinsky que había en ella más invención artística que en toda la Tetralogía wagneriana, y uno de los cuartetos más bellos de toda la historia de la ópera, Bella figlia dell’amore, con la perfecta definición de cuatro estados de ánimo contrapuestos arropados por un gran sentido de la  unidad armónica y musical. No es extraño que Verdi manifestase en una ocasión que Rigoletto era “su mejor ópera”. En cualquier caso es una de las creaciones más emblemáticas, desgarradas e inspiradas de su autor y, por extensión natural, de toda la historia de la lírica.

Y os dejo finalmente con el que para mi es lo mejor de esta ópera. Solo por este maravilloso cuarteto merece la pena escucharla. Y qué voy a deciros del video que os he puesto… pues que es uno de los momentos sublimes de toda la historia de la ópera. ¡La carne de gallina!

 

 

de dioses y hombres

En el Festival de Cannes de 2010 una película francesa se hizo merecedora del Gran Premio del Jurado de ese año. Una película que retrataba los tres últimos años de un grupo de monjes cistercienses de un monasterio en las montañas del Magreb, en Tibhirine, Argelia. Eran mediados de los años 90 y el fundamentalismo islámico hacía su aparición con toda su violencia. Es una historia real. De dioses y hombres.

La película, dirigida por Xavier Beauvois, es una película cruda. No tiene una banda sonora al uso, no existe una música compuesta para enlazar las escenas o para añadir más o menos emotividad a las imágenes. La banda sonora de esta película son los propios rezos cantados de los monjes en su pequeña capilla, los rezos cantados de sus vecinos islámicos en la fiesta de la circuncisión de un niño y en la que, para mi, es la mejor escena de la película, El lago de los cisnes, de Tchaikovsky. La banda sonora la compone el viento susurrando en el huerto, el coche por los caminos de polvo, las pisadas del ejército, los disparos de los fundamentalistas, la campana del monasterio.

De dioses y hombres, de Xavier Beauvois, se basa a grandes rasgos en la tragedia de Tibhirine. Explora los últimos meses de la vida en una pequeña comunidad de monjes cristianos asentados en “tierra musulmana”. La película intenta capturar el espíritu de los acontecimientos y de la comunidad, pero no se esfuerza en recrear con exactitud los detalles de una realidad histórica. La historia empieza varias semanas antes de que los guerrilleros den un ultimátum ordenando a todos los extranjeros que salgan del país. Un grupo armado entra a la fuerza en el monasterio en Nochebuena. A partir de ese momento, el dilema de los monjes es claro: ¿Deben quedarse o irse? Pero la decisión se tomará colectivamente. Para ellos, la elección, sea cual sea, tendrá consecuencias irreversibles. Cuando rechazan la protección del ejército, el gobierno argelino les pide que regresen a Francia. Cada monje deberá decidir de acuerdo con lo que está en juego a nivel humano, político y religioso, además de profundizar en su alma y conciencia. La tensión dramática acompaña la vida diaria, tanto práctica como mística, de la comunidad: sus fuertes ataduras con los habitantes del pueblo vecino, así como el espíritu de paz y caridad que intentan oponer a la violencia que corroe el país.

De dioses y hombres describe la realidad de la entrega de los monjes, el mensaje de paz que desean compartir al quedarse con sus hermanos musulmanes, y la posibilidad de un terreno fraternal y espiritual compartido entre la cristiandad y el islam. Los monjes llamaban al ejército “los hermanos de la llanura” y a los guerrilleros, “los hermanos de la montaña”. No tenían nada de ingenuos, eran conscientes de que pisaban una delgada línea entre dos bandos y que su posición era muy ambigua.

La película de Xavier Beauvois adopta el punto de vista de los monjes y el ritmo de la vida en un monasterio cisterciense. ¿Y en qué consiste esta vida monacal cisterciense? Los monjes cistercienses-trapenses basan su vida monástica en la Biblia, la Regla de San Benito (escrita en el siglo VII) y los escritos de los padres del monacato. Sus rezos siguen la antigua tradición monacal. La “liturgia de las horas” es una oración comunitaria basada mayormente en los Salmos y celebrada en la capilla siete veces al día. Los cantos son una parte esencial de los rezos y del ritmo de la vida cisterciense. Los monjes cistercienses optan por el silencio durante la mayor parte del día, pero su vida también se rige por las enseñanzas del superior o abad, y por los intercambios entre monjes durante los Capítulos. Todas las decisiones importantes se toman durante el Capítulo. Todo se decide mediante votación precedida por una conversación privada en el despacho del abad. Los cistercienses-trapenses no tienen una misión apostólica de evangelización y no practican el proselitismo. La Regla de San Benito exige que los monjes alberguen al prójimo y compartan con él, “sobre todo con los pobres y los extranjeros”, y los que sufren. Fomenta el trabajo manual y las relaciones con los vecinos durante periodos de inseguridad y restricciones.

Para la gente que no está acostumbrada a la práctica religiosa, sea cual sea ésta, es una película extraordinaria para conocer un modo de vida tan distinto del que conocemos. Para la gente acostumbrada a la práctica religiosa o espiritual, sea del signo que sea, es una película que conmueve en cuanto a la determinación de unas personas por llevar hasta el fin su misión o su vocación, llamadla como queráis, en esta vida.

Yo, la verdad, es que comencé viendo la película sin mucha emoción y durante los primeros treinta minutos pensé en varias ocasiones por qué habíamos elegido esa película. Antes de que me quisiese dar cuenta estaba totalmente enganchado a la trama de la película y mi curiosidad iba en aumento. Salimos del cine hablando sobre los hechos narrados y sobre las consecuencias de una elección sobre el tipo de vida que cada cual quiere llevar. Ejemplo de fraternidad, de no violencia y de espíritu de la aceptación de uno mismo, en toda su crudeza. Recomendable totalmente.

Os dejo con la escena que más me impactó, la del Lago de los cisnes.