una foto cada día

 

Hoy os traigo al blog una página web, una plataforma para publicar tus fotos que me ha parecido curiosa y con bastantes posibilidades. No se trata de una plataforma al uso, no se trata de un sitio para ir colgando todas las fotos que realizas. No. Sólo puedes poner una foto al día. ¿Sólamente? Si, así es. Entonces… Os lo explico.

Hay gente que tiene la costumbre, o tenemos la costumbre, de ir anotando retazos de nuestra vida en diferentes lugares, en el Moleskine, en un diario, en un blog, en notas dispersas, en cartas a amigos, etc. La cuestión es expresarnos bien sea por la escritura, bien por la fotografía (también el vídeo), bien por ambas. Realidad o ficción, a todo el mundo que le guste expresarse en palabras e imágenes, quizás le interese un invento escocés que está triunfando en la blogosfera anglosajona.

Blipfoto es una web en la que cada día, mientras se pueda y se quiera claro está, todo es voluntario, se publica una foto de ese día, que es el requisito indispensable para participar, con un texto, o sólo con un título si no hay tiempo para más. Es así de sencillo, una imagen acompañada de unas pocas palabras o de una poesía o de un texto que hayamos encontrado, un diario digital sobre lo ordinario, sobre la cotidianidad, lo que nos sucede, lo que creamos, lo que encontramos, cada uno publica lo que más le ha movido ese día, la inmediatez es la gran particularidad de este cuaderno online. Podemos publicar una foto instantánea, o una foto editada, una foto artística o simplemente una foto que para nosotros tiene más significado el objeto, la persona o la situación fotografiada que la forma de hacerlo. Un diario que sirve como estímulo para mejorar nuestras habilidades fotográficas, y también las literarias, o simplemente ese pequeño espacio íntimo para el que nos reservamos unos minutos al día para estar con nosotros mismos.

¿Qué podemos encontrar en Blipfoto? Fotografías de paisajes remotos, de arquitectura, colores, de un concierto de música, texturas, de la última hornada de bollos, o imágenes de pájaros, ardillas y demás fauna que se encuentra cerca de los que participan en este proyecto fotográfico. También de lo más cercano, los hijos, abuelos, demás familia y amigos, el té matutino, el pub de al lado, el gato dormido en el sofá, etc.

Más interesante o menos, cada uno inserta lo que quiere y de la forma que quiere: de un modo espontáneo, fotográfico, artístico, etc, cada uno trata de capturar la belleza de lo cotidiano en lo que le rodea. Las páginas de ese cuaderno personal pueden ser visitadas y comentadas por otros blippers (esto es, los que «blippean» o colaboran en blipfoto) y también puntuadas. Por lo tanto es normal que nos esmeremos un poco en publicar una foto bien hecha, o con cierto estilo. Dedicaremos diez minutos a Blipfoto y seguro que mejoraremos nuestra aptitudes fotográficas o por lo menos nuestros puntos de vista. Pararse al final del día a reflexionar lo que te ha sucedido, lo que has hecho y lo que has dejado de hacer es un ejercicio que todo el mundo deberíamos realizar y que mejor manera de hacerlo que con ayuda de una fotografía. Podemos utilizar la cámara que queramos, una réflex impresionante, una compacta que llevamos a todos los sitios, el iPhone que me da tanto juego o cualquier otro móvil con cámara. No hay límites.  El perfil del blipper es el de un ser con curiosidad, amable, sensible, educado, con una tendencia a la introspección y a lo artístico y que suele vivir en lugares remotos como Escocia, Finlandia o Canadá, por eso si entráis en la web y echáis un vistazo, en estos momentos os encontraréis con una multitud de paisajes nevados. Dentro de los protocolos de Blipfoto está el de dar la bienvenida a los nuevos blippers y se felicita a los que han publicado sus pimeros 100 o 200 blips (la organización se encarga de anunciarlo). Como véis Blipfoto es una comunidad cálida y amistosa en la que la presencia de participantes de nuestra zona escasea. Yo os animo a que lo probéis y con la cámara que tengáis a mano, es una experiencia  que transformará vuestra forma de ver lo cotidiano.

Pros:

* Es una manera dinámica de llevar una especie de diario que luego puedas revisar tranquilamente.

* Nuestra manera de ver la vida se ensanchará sí o sí.

* Es un gran blog mundial con fotografías de lugares que de otra manera sería imposible conocer.

* Cada foto es un pedazo de la vida de una persona (evidentemente de la vida que hacen pública).

Contras:

* La fotografía no puede llevar marcos. Y es una pena porque hoy en día muchos editores de fotografía hacen verdaderas maravillas.

* El texto tiene que ser en inglés. Lo cual puede ser cierto problema para algunas personas, aunque hoy en día para poner un título y un texto corto hay multitud de traductores bastante fiables. Y por otro lado nos ayuda a practicar nuestro inglés.

Otro detalle es que la fotografía tiene que ser realizada en la fecha en la que vas a publicarla. Esto no quiere decir que, por ejemplo, si estás de viaje y no tienes acceso a internet te quedes sin publicar esas preciosas fotos que has realizado ya que las puedes colgar a posteriori, pero eso si, siempre con la fecha en las que las has tomado.

Bueno, pues nada, espero que os guste la idea. A mi me ha parecido muy sabrosa ( y eso que con la primera foto tuve problemas, que si tenía marco, que si el texto no estaba en inglés… eso me pasa por no leer la letra pequeña!). Os dejo el enlace con mi Blipfoto en el muro de la derecha. Que lo disfrutéis.

Por cierto que Blipfoto está disponible para diferentes plataformas y artilugios varios. Yo ya me he descargado la app para el iPhone…

proyectos 2011

Ha comenzado el año y es el momento de hacer recuento de todos esos proyectos que tenemos para el 2011, esas ideas que nos suelen rondar por la cabeza a comienzos de cada año y que después poco a poco (o a grandes zancadas) se pierden en la memoria más profunda, en ese espacio al que ya no podemos llegar. Por eso he decidido compartir con vosotros mis proyectos para 2011 y así tenerlos a la vista. Veremos que tal dentro de un año. Son proyectos para vivir una vida mejor, más sana y apetecible. Allá van:

El orden de los factores no altera el producto.

1. Hacer ejercicio diario. Bicicleta, salir a correr y disfrutar de las calles vacías mientras levanta el día, saltar y recorrer los parques de la ciudad e ir notando como poco a poco mi cuerpo va adquiriendo el estilo perdido. Creo que lo agradecerán no solo mi cuerpo, ni mi mente, si no el resto de personas que están a mi alrededor.

2. Comer tranquilamente. Tengo un problema, como demasiado deprisa. Mi dieta es bastante buena (habrá que mejorarla y bajar la carne, subir el pescado y dejar los dulces) pero no mastico apenas. Mi meta es disfrutar más tranquilamente de la comida. En cuanto a la bebida, no soy persona de beber alcohol diariamente, así que seguiré bebiendo moderadamente pero no porque me lo obliguen las situaciones sociales ni las fechas.

3. Disfrutar de la lectura. Ser capaz de poder dejar un libro si no me gusta (creo que este objetivo va a ser muy difícil de cumplir) y dejarme aconsejar por amigos y conocidos. Visitar más la biblioteca porque así mi bolsillo me lo agradecerá y mis estanterías también. Alternar la narrativa actual con los clásicos.

4. Gozar más con los amigos, con la familia, disfrutar de las buenas conversaciones, de los momentos que compartimos. Escucharme más a mi mismo.

5. Viajar, aunque sea a un pueblo cercano y descubrir nuevos lugares, gentes, fiestas, culturas.

6. Seguir disfrutando tal y como lo hago con la música. Seguir con mi propia banda sonora.

7. Pasear, andar por la ciudad, utilizar el transporte público, utilizar la bici, descubrir nuevos rincones de mi propio lugar, su historia, mi historia, mi cultura.

8. Hacer una contención del gasto superfluo. Por mi bolsillo, por mi y por el resto.

9. Abrirme a conocer gente nueva, no cerrarme a ello, dejar de lado mi timidez natural y mi comodidad personal.

10. Continuar con esta aventura del blog, aprendiendo de los que llevan varios años y de la gente nueva que lo hace tan bien.

Y vosotros, ¿tenéis proyectos para este 2011?

recuerdos de paris

El sábado disfruté como un enano con un reportaje del suplemento de viajes El viajero, del periódico El País. El reportaje era sobre unas notas escritas en japonés y encontradas en plena plaza de Notre Dame de Paris. Resulta que por la caligrafía, los lugares que visitó y demás, al anónimo viajero, que no turista y enseguida os diré por qué, lo asocian con un hombre de unos 50 años, políglota, con pasión por el arte y la buena mesa y fuera de los cánones de un turista convencional. Las notas no se refieren a las gárgolas de la catedral o a la pirámide del Louvre, no, las notas se refieren a esos descubrimientos que hizo en su estancia parisina, descubrimientos que los vive, además, con auténtico placer. Si tenéis posibilidad de leerlo no lo dudéis y hacerlo porque seguro que disfrutáis tanto como yo. Aquí os dejo el enlace con el reportaje de Oskar Alegría.

Y leyendo el artículo me he acordado de las veces que he estado en la capital francesa y de los propios descubrimientos que he hecho. Todo viajero tiene sus propios descubrimientos en los lugares que visita y desde luego si es Paris es casi seguro que algo que no está en las guías de viaje nos llevaremos a casa como gran recuerdo y además es posible que estos recuerdos no tengan el mismo efecto en la gente de alrededor. Ahí van mis descubrimientos, mis pequeños y grandes recuerdos y mis placeres parisinos.

La primera vez que estuve en Paris estuve escasas seis horas, seis horas que me supieron a gloria y que convirtieron a Paris en mi pequeño refugio espiritual en que se ha convertido en diferentes ocasiones. La cuestión es que estábamos de paso, el autobús nos dejó en la plaza de la Ópera y nos recogía en la Bastilla. Llovía a cántaros. Íbamos con nuestros impermeables, paraguas. Era sábado por la tarde, así que os podéis imaginar el bullicio que, a pesar del diluvio que caía, había en las calles del centro de Paris. Mi recuerdo es el mini tour que nos hizo un amigo que conoce muy bien, desde pequeño, la ciudad. En dos horas y a un ritmo acelerado nos iba diciendo: Allí (señalaba con el brazo a lo lejos) se reunían los revolucionarios de 1848 para organizar las barricadas, en esta casa vivió Verlaine que es un poeta muy bueno que seguramente no hayáis leído en vuestra vida pero que deberíais hacerlo, aquí había un antiguo cementerio sobre el que viven ahora cientos de personas, esto es Notre Dame, pero como está la fachada en obras no la veis ni la fachada ni al jorobado que es un tio muy feo que vive por ahí y ahí está el Louvre que ya veréis en otro momento. ¡Ah si! ¿Veis allá al fondo como una luz? Pues aquello es la Torre Eiffel. Y ahora vamos a comernos unos croissants en un sitio que conozco y que salen muy ricos. Y aquél croissant me supo a auténtica gloria en aquella pastelería enana en uno de los laterales del Louvre, mientras seguía lloviendo y veía enfrente las galerías del Louvre.

En otra ocasión estuvimos en Paris con una excusa de los más peregrina. Se realizaba una exposición de arte contemporáneo en la calle y un amigo de un amigo presentaba una obra suya. El caso es que llegamos a Paris a eso de las cinco de la tarde y para las seis y media estábamos en la zona donde se desarrollaba la exposición. Las obras estaban en la calle y en las tiendas de lujo de las firmas más fashion que os podáis imaginar (todas las que vemos en revistas y no solemos comprar) porque resulta que estas firmas eran las que sufragaban los gastos de la exposición. El amigo de mi amigo nos dio unas invitaciones, unos pases, para poder entrar en las tiendas a ver las obras de arte y… a beber champagne francés, del caro y canapés de lo más variado. El caso es que allí estábamos, en esos santuarios elitistas y de poder, bebiendo copas de champagne mientras veíamos el arte expuesto (es un decir, porque el arte a veces consistía en dos tipos vestidos de escoceses y actuando de porteros con los colores característicos de la marca de la tienda a la que entrábamos). El caso es que estando tan acelerados como estábamos, cansados por el viaje y bebiendo auténtico champagne francés del caro por la cara nos cogimos una buena, así que una amiga mía decidió de repente probarse unos zapatos que costaban cerca de 3000 euros y claro, en esa tienda nos invitaron a irnos… afortunadamente estábamos cansados así que nos fuimos a dormir la mona a nuestra casa.

En aquél mismo viaje nos cogieron entradas para la Ópera en el Palais Garnier (sabéis que en Paris hay dos edificios de la Ópera, la misma institución, con dos sedes) y estuvimos en la representación de una ópera de Gluck titulada Iphigénie en Tauride. ¡Qué placer! Dos amigas estaban en un palco y un amigo y yo en otro. Cada palco es para seis personas en tres filas. Nosotros estábamos en la última pero me sentí como cualquiera de los protagonistas que hemos visto en películas en esos palcos lujosos (por ejemplo una Glenn Close en Las Amistades Peligrosas, antes del abucheo, claro). Porque así es un palco de Garnier. Lujoso, forrado de terciopelo granate con ribetes dorados y con un pequeño recibidor particular en donde hay un chaise longe. De aquella representación me quedo con el Air de Iphigénie, tan dulce, tan melancólico y tan hermoso, con el maravilloso techo pintado por Chagall y con las extraordinarias escaleras de la entrada (si habéis visto Marie Antoinette hay una escena que la Coppola utilizó con estas escaleras y que se ve a la reina en ellas para entrar en el baile de máscaras). Con eso y con verle a mi amigo echarse la mejor siesta que se ha echado en su vida en el chaise longe del cuarto de entrada (lo que me supuso tener que levantarme en una ocasión para darle un pequeño golpe y así evitar que el comienzo de ronquido que alegremente empezaba se parase en seco). Por cierto que es la bomba tomarse un sandwich en el descanso en la terraza de la Ópera al lado de una señora arrugadísima con vestido largo negro y collar fastusoso acompañada así mismo de un joven de smoking alquilado (no sé si sólo era el smoking alquilado…). Os dejo con Maria Callas y el O malheureuse de Iphigénie en Tauride de Gluck:

Una de las primeras veces que visité Paris me llevaron a ver el Instituto del Mundo Árabe, un fabuloso edificio de finales de los 80 cuya principal característica es una de sus fachadas formada por paneles de cristal que se abren y se cierran según la luz del sol gracias a un sistema de células fotoeléctricas, como si fueran un objetivo de cámara. El lugar en si es una auténtica maravilla, con toda la información y bibliografía que necesites para estudiar el mundo árabe, pero lo mejor está en el piso superior. La enorme terraza que da al Sena y desde la cual se ve la Isla de la Cité desde la parte posterior a Notre Dame es digna de visitar y justo en ese mismo piso existen un restaurante de lujo y (esto es lo mejor) un buffet de comida árabe bastante más barato que el anterior y desde el cual se puede ver , a través de las ventanas fotoeléctricas y si el sol te deja, la Torre Eiffel a lo lejos mientras comes un pastelito de cordero. Una gozada y poca gente.

En otra ocasión no tuve mayor exquisitez que leer un capítulo de Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, en una sala del Louvre con diferentes esculturas de Antinoo. Sé que es una tontería pero el espíritu a veces necesita de estas tonterías. Acto seguido el efecto conseguido por una cortina y una ventana empañada de vapor superpuesta a la imagen de la pirámide del Louvre me dejó un buen rato maravillado ante esa preciosa ensoñación que estaba ahí mismo sin que nadie se diese cuenta. Es verdad que si vas predispuesto y tienes paciencia con las multitudes que pasean, paseamos, por el museo, éste es uno de los lugares para descubrir un Paris oculto.

Otra de las maravillas que se pueden hacer en Paris (y en cualquier ciudad) es visitar los museos (y cualquier parte de la ciudad) con una buena cámara provista de un teleobjetivo. A veces puede ser un engorro llevar semejante objetivo mientras paseas por la ciudad por eso yo aconsejo (a no ser que tu verdadera pasión sea la fotografía) llevar el teleobjetivo uno de los días y si ese día es el que visitas un museo mejor que mejor. ¿Por qué? Porque tenemos las pinturas y esculturas originales ahí mismo, a nuestro alcance y lo mejor de todo, con sus auténticas dimensiones. Es como un juego. Te plantas delante del cuadro en cuestión y descubres un mundo que en las reproducciones de los libros y en internet es imposible encontrar. Las caras de las damas de compañía de Josefina en su coronación, el Gavroche de Victor Hugo pistola en mano al frente de la revolución, las filigranas de un león mesopotámico, una carreta con bueyes en una esquina de un van Gogh, las sandalias romanas al visitar la tumba del gran Alejandro, los encajes del vestido de una señora en un café parisino de finales del XIX, una niña aplaudiendo el teatro de giñol, los caballeros extasiados ante la presencia de Louis XIV, una bailarina de Degás arrascándose la espalda, la corona de flores de un efebo escuchando a Aristóteles, una niña tomando pecho, dos romanos abrazados en medio de la batalla, el rico abanico de una señora, … mil y una imágenes, texturas y colores que seguramente sólo vas a poder contemplar en ese momento.

En otra estancia parisina, era verano, y uno de mis mejores recuerdos es la cena que tomamos en el canal de Saint Martin, junto con decenas de personas. Compramos una tabla de quesos, unos patés, champagne, y pastel de manzana y con un foulard que usamos como mantel nos sentamos a orillas del canal, ese mismo canal donde Amélie lanza piedras. Si eres abierto la gente también lo es y el caso es que esa noche acabamos un buen grupo de personas de diferentes lugares, Argelia, Escocia, Argentina, Francia, de aquí, riéndonos y dándonos las direcciones de nuestros correos electrónicos… es una maravilla recibir de repente un día un mail desde Argentina felicitándote el Año Nuevo de alguien con el que sólo has compartido unas horas de amistad, de compañerismo y de alegría en una ciudad que te acoge como ninguna, si tu le dejas que te acoja, claro está. Os dejo con los pequeños placeres de Amélie:

Porque ya lo dijo aquel llamado Buen rey, Enrique III de Navarra y IV de Francia: Paris bien vale una misa. Y sobre todo vale pasear, perderte, tomarte una taza de chocolate en los alrededores de Notre Dame, un crêppe en cualquier puesto de los Campos Eliseos, cenar una fondue en el barrio latino y el día que estás demasiado cansado comprar una tabla de quesos franceses y una baguette para tomarlas al llegar al hotel o a casa, pasear tranquilamente por cualquiera de sus cementerios encontrándote con la última morada de ilustres personajes, ver una película de Truffaut en francés mientras te vas durmiendo plácidamente en tu cama descansando del día, perderte en cualquiera de las librerías de los alrededores del Pompidou o en Shakespeare & Company, comer en un buffet chino de Le Marais por 9 euros o simplemente observar la gente, las casas e impregnarte de ese aire parisino mientras paseas por las orillas del Sena. Oh la lá Paris!!!!

Y vosotros, ¿qué recuerdos especiales, rincones descubiertos, tenéis de vuestros viajes a Paris?

agonía y éxtasis

En aquellos maravillosos años en que tenía que estudiar Historia del Arte, Dibujo, Color o Pintura hubo un libro que nos recomendaron que se convirtió en uno de mis favoritos en aquellos años. Era la biografía novelada de Michelangelo Buonarroti escrita por Irving Stone y titulada La agonía y el éxtasis.

El escritor estadounidense se hizo famoso a finales del XX por sus biografías noveladas de diferentes personajes, muchos de ellos artistas. Ahí quedaron para la posteridad Lujuria de vivir (basada en la vida de Vincent van Gogh), Pasiones del espíritu (sobre Sigmund Freud) u Origen (sobre la vida de Charles Darwin). Pero, con diferencia, su libro más reconocido y leído es este sobre Michelangelo, el inmortal pintor, escultor y arquitecto renacentista.

Florencia, 1488. Michelangelo tiene trece años cuando ingresa en el taller del maestro Ghirlandaio. A su padre siempre le había disgustado esa pasión por la pintura ya que deseaba para su hijo una carrera más lucrativa. Pero su maestro, en lugar de cobrarle, pagará al padre para que le deje enseñar al genial muchacho y vencerá la inicial reticencia del hombre. Así empieza la trayectoria de uno de los más grandes artistas de todos los tiempos. Gracias a una minuciosa recreación histórica, la narración nos conduce hasta la Italia del Renacimiento. Todo el esplendor y el dramatismo de una época clave para la cultura humana enmarcan este fascinante retrato de uno de los artistas más geniales de todos los tiempos.

En el año 65 se grabó la versión cinematográfica del libro. La película se tituló La agonía y el tormento (The agony and the ecstasy) y fue protagonizada por Charlton Heston y Rex Harrison. La magnífica banda sonora de esa película fue compuesta por Alex North.

Por cierto, si queréis sentiros dentro de la Capilla Sixtina, aunque no estéis en el Vaticano, o para recordar cuando estuvisteis no dejéis de visitar esta página.

el arte de gombrich

Sir Ernst Hans Josef Gombrich (con este nombre forzosamente tenía que ser Sir) fue un historiador de arte austríaco que vivió gran parte de su vida en Gran Bretaña. Su familia acomodada (judía) se convirtió al protestantismo místico aunque su padre, abogado de importancia, era un agnóstico convencido, como gran parte de los intelectuales del momento. Con su familia, el pequeño Ernst, visitaba a menudo el Museo de Arte de Viena y empezó a leer enciclopedias sobre arte. Estudió Historia del Arte en la Universidad de Viena y con la llegada al poder de los nazis, en 1936 se trasladó a Gran Bretaña, donde trabajó como asistente de investigación en el Warburg Institute, centro asociado a la Universidad de London, convirtiéndose en el director del mismo desde 1959 hasta 1976. Durante la Segunda Guerra Mundial, al trasladarse el centro al campo, Gombrich colaboró como radioescucha de emisoras alemanas para la BBC, traduciendo las conversaciones al inglés. Fue también profesor de bellas artes para la Universidades de Oxford, Cambridge y Harvard. En 1972 fue nombrado sir, y en 1988 le fue concedida la Orden del Mérito del Reino Unido. En 1994 se le otorgó la medalla de oro de la ciudad de Viena.

Su Historia del Arte, publicada por primera vez en 1950, fue ampliamente difundida ya que es un texto de divulgación y no una «Historia del Arte» en el sentido estricto. Originalmente dirigida a lectores jóvenes, se han vendido millones de ejemplares y ha sido traducida a más de 20 idiomas. Otras publicaciones importantes son Arte e ilusión (1960), considerada por los críticos como su trabajo más influyente y de mayor envergadura, y los artículos recopilados en Meditaciones sobre un caballo de juguete (1963), El sentido del orden (1979), y La imagen y el ojo (1981).

Yo conocí este libro hace muchos, bastantes años, cuando tenía como asignatura Historia del Arte. El profesor nos dijo que si queríamos aprender de verdad algo más que lo que ponía en el libro de texto obligatorio que teníamos, comprásemos o leyésemos la obra de Gombrich. Y no le faltaba razón. Es una obra que más allá de ir repasando cronológicamente las diferentes épocas y estilos del arte en cualquiera de sus facetas nos ayuda a comprender el por qué de ese arte, en esa época, como debemos situarnos hoy en día, que nos querían decir, qué nos dicen y sobre todo como lo podemos interpretar nosotros mismos. De vez en cuando suelo coger el libro (Editorial Debate) y leo unas cuantas páginas. Incluso tuve una temporada que lo tenía como libro de cabecera. Un libro para la consulta, para disfrutar en su lectura y para seguir descubriendo. Y no, no es un diccionario ni nada parecido. Es algo más hermoso que todo eso.

Por cierto la edición de Debate es un lujo, con unas fotografías de gran tamaño (incluso desplegables) y un cuidado exquisito en todos los detalles.

memorias de un clásico

Está entre mis libros de cabecera. Lo he leído varias veces. Cada vez que lo leo disfruto más y más. Todas las veces son diferentes y en todas encuentro algo nuevo, en la historia, en el personaje, en el amado, en los escenarios, en la filosofía del libro y en la del mismo emperador. Memorias de Adriano es un libro que leí por primera vez con 17 o 18 años, no lo recuerdo bien, y en aquel momento me impactó y mucho. Posteriormente lo he releído varias veces y es de esos libros a los que les coges el gusto. ¡Y ha sido tan diferente cada vez! Unas veces te quedas más con la parte filosófica, en otras ocasiones con la historia de amor, en otras con las vivencias de un hombre de estado, en otras es la enfermedad, la soledad.

No es un libro fácil de leer, es verdad, pero a nada que le coges el ritmo lo devoras. La historia de amor de Adriano y Antinoo es una de las más bellas historias de amor de toda la literatura (y desde luego de la historia) aunque curiosamente no ocupa más que una tercera parte de la obra, una historia que marca todo el libro. Este es otro de esos libros que me han dado el gusto por lo clásico.

Si alguna vez estáis en Paris, en el Louvre, no dejéis de visitar las salas de esculturas greco-romanas ( como para estar todo un día extasiándote) y descubriréis la cantidad de bustos y esculturas de cuerpo entero dedicadas a Antinoo que hay. No son más que una mínima parte de la producción que mandó realizar en vida Adriano (después de la muerte de Adriano se realizaron también bastantes obras) , convirtiendo a Antinoo en un dios.

Por cierto, Marguerite Yourcenar, la escritora belga, autora de la obra, escribió la novela basándose en la existencia de una autobiografía de Adriano ya perdida. La publicó en 1951 y desde entonces ha cosechado innumerables alabanzas. La traducción al castellano la hizo Julio Cortázar, la cual es otra maravilla en si. Es una obra que más tarde o más temprano (¡qué miedo!) acabará convertida en película de cine (irremediablemente). Espero que sea digna de la obra literaria (y no vaya a parar a las adaptaciones cinematográficas para tirar a la basura). Uno de los proyectos más serios para hacer la adaptación es la del director John Boorman. Se hablaba de Antonio Banderas para encarnar a Adriano (no coment).

Animula vagula, blandula,

Hospes comesque corporis,

Quae nunc abibis in loca

Pallidula, rigida, nudula,

Nec, ut solis, dabis iocos…

P. AELIUS HADRIANUS, Imp.

cuando raptar se convierte en arte

Hay un episodio de la mitología clásica que relata el rapto de las sabinas (las esposas, madres e hijas de los sabinos, que eran un pueblo ganadero antiguo de la península itálica) por parte de sus vecinos los romanos. El caso es que los sabinos regresaban de Troya bastante maltrechos y fueron invitados por los romanos a un banquete, aprovechando la fiesta para secuestrar a las sabinas con el fin de poder repoblar Roma, ni más, ni menos. Así que ¿cómo se les ocurrió solucionar el tema? Naturalmente, con una guerra. Tito Tacio, rey sabino (y posteriormente también rey romano) declaró la guerra a los romanos para recuperar sus mujeres pero resulta que entre pitos y flautas éstas ya se habían casado con los romanos, habían tenido hijos y demás, así que el tema estaba delicado. Finalmente en medio de la batalla se interpusieron las sabinas entre los dos bandos exclamando que si ganaban los romanos perderían a sus padres y hermanos y si ganaban los sabinos perderían a sus maridos e hijos, con lo cual la única opción válida en ese momento era la reconciliación y unión entre los dos pueblos. ¡Ay si en la historia se hubiese dejado en más ocasiones a las mujeres hablar y actuar!

Pues bien, esa historia fue representada en un cuadro de grandes dimensiones (que se encuentra en el Museo de Louvre) por el pintor Jacques-Louis David. En el mismo se ve el momento de la intervención de las sabinas (y no el rapto anterior) en medio de la batalla. Hersilia, la hija de Tito, el rey sabino, esposa de Rómulo, el rey romano, se interpone entre su padre y su esposo pidiendo a los soldados que no separen a las mujeres de sus esposos ni a las madres de sus hijos mientras otras mujeres sabinas se unen en su exhortación. El cuadro representa como ninguno la angustia de las madres, esposas e hijas en medio de las guerras.

¿Por qué David pintó este tema en aquel año 1799? En principio parece ser que el cuadro lo pintó en honor a su esposa ya que es el amor el que prevalece frente al conflicto, pero fue también una petición a la ciudadanía para unirse después de pasar diez sangrientos años tras la revolución del 89. Al igual que los sabinos y los romanos debían unir sus esfuerzos por sacar adelante todos los buenos valores que la revolución francesa había conseguido y desterrar todos los malos y terroríficos episodios que habían realizado entre las diferentes facciones post-revolucionarias. Pero es mismo año aparecía el que, durante unos años, unió a todo el Pueblo, Napoleón Bonaparte… aunque eso es ya otra historia.

El cuadro visto en directo, sentado tranquilamente en uno de los bancos del Louvre, haciendo ejercicios de respiración para no dar una patada al japonés que se pone delante tuya para sacar una foto e irse a por el siguiente cuadro en 10 segundos, contemplando los colores, la textura y sobre todo las dimensiones que tiene es digno de ver para intentar comprender al artista, la escena y su momento. Es increíble los detalles que se pueden observar en directo, como la firma de David grabada en la base de una columna entre las piernas de Tito Tacio.

Este motivo ya había sido utilizado por Nicolas Poussin en pintura y  en escultura por Giovanni Da Bologna, ambas en Florencia. Rubens y Picasso también utilizaron el tema, y Pottier, en el 61, y Gout, en el 62, rodaron una película con ese título (la primera protagonizada por Roger Moore).

¡Por cierto que en este cuadro aparece, en mi modesta opinión, uno de los mejores desnudos traseros masculinos en la historia de la pintura! (si es que no es el mejor). Todo hay que decir que este magnífico culo ocasionó alguna queja en su momento entre los miembros de la Academia de Arte francesa, el culo y también el que David antes de exponerlo en el Salón hiciera una exposición privada, por la que había que pagar, poniendo como excusa para este hecho insólito en la época precisamente el desnudo (aunque decía que en la época de las sabinas se representaban a los héroes y a los dioses así, desnudos). Envidia cochina que tiene la gente (del culo de Rómulo y del arte de David).